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Roma locuta… causa finita

En 1748 (es decir, hace 271 años) un integrante de la baja nobleza francesa llamado Charles de Secondat, barón de Montesquieu, escribió un libro que tituló “El espíritu de las leyes”, considerada su obra capital y en donde hizo agudas observaciones acerca de la división de los poderes -uno de los más fuertes influjos en la Revolución Francesa-, que terminó con el mandato de la aristocracia y el alto clero pasándolo al pueblo, lo que es la base de la democracia. Su esencia.

Esta es una enseñanza de primer año en todas las facultades de derecho y uno se pregunta en dónde estaba este embrión de dictadorcito que tenemos como presidente de Colombia, cuando su profesor de la materia dictó esa clase. (¿Tal vez fue al baño?… como dizque lo hizo cuando el representante de Odebrecht le dio unos milloncitos a Zuluaga, entonces candidato a la presidencia del país y al que había acompañado hasta Brasil para ese torcido). Es que es increíble su intento de acabar con la Justicia Especial para la Paz creada en los acuerdos con las farc, decisión respetada por los otros dos poderes de nuestra democracia: el legislativo y el judicial, que repitieron ante las objeciones presentadas… lo que ya habían dicho y hecho.

De los tres poderes que imperan en toda democracia (y repito… desde hace 271 años), en la nuestra los dos primeros han salido en su defensa ante el atentado del otro -el ejecutivo- que, reiteradamente, ha dado muestras de querer imponer solo su criterio. Ahora dice que respeta la decisión de la Corte Constitucional, que ha sentenciado la validez de la votación en el senado de la república, en la que se rechazó con una mayoría suficiente en este caso (47 votos) la intención de desbaratar a la J.E.P. Pero es que su propósito fue ese: llevarse de calle el imperio más que centenario de nuestra democracia, desconociendo lo que ya los otros dos habían decidido. Y esto es bien, pero que bien grave.

Un columnista palmirano -Julio César Londoño- refiriéndose a algún tema filosófico, expresó con la sorna que lo caracteriza: “Como decimos Kant y yo”. Esta sobradez es intencional en él y es su estilo que, por lo demás, toca temas bien serios. Y él sabe que en veces es necesario -para no aburrir a los lectores con artículos ladrilludos, inmamables- meterle ironía y hasta sarcasmo a nuestros escritos. Pues bien: “como hemos dicho con insistencia Montesquieu y yo” (él desde hace 271 añitos… yo más recientemente), hay que estar muy alertas cuando van apareciendo las orejas del lobo. Todo intento de acabar con la democracia debe, tiene que ser detenido… y a tiempo. Pero sin violencia, solo con votos en las urnas electorales.

“Roma locuta, causa finita” (latinajo que se emplea cuando ya solo queda “apelación a los infiernos”, como dirían los antepasados y entre ellos mi papá) también ha sido siempre la sentencia de la base de toda democracia: el pueblo. Y en España, los electores por una mayoría que más que dobleteó al segundo, ha decidido con esa contundencia que el Partido Socialista Obrero Español -PSOE- debe continuar dirigiendo los destinos de toda la nación. A pesar de los insultos de los dirigentes de los otros partidos -sobre todo los del P.P. y de Ciudadanos, que no emplearon el debate en proponer soluciones-, los españoles entendieron en dónde está su mejor futuro. Y es que no todos los españoles son oligarcas o miembros de la nobleza… como tampoco los que creen serlo y que nutren a las derechas. La clase media decide y esta elección es la prueba. Es, además, ejemplo para los partidos políticos que son consecuentes entre lo que piensan, lo que dicen y lo que hacen.  

Caso especial fue el de la extrema derecha española, representada en el partido llamado Vox. Y aquí se comprobó aquello de que es necesario -empleando el verbo de moda- “visibilizar” lo que se pretende: esas peludas orejas de lobo, que se asomaron en las elecciones legislativas de hace unas semanas, cuando obtuvieron el 10% de los votos… asustaron a los españoles que les habían comido su cuento. En estas perdieron casi la mitad, con solo el 6%.

Esperemos, pues, que sea sancionada y pronto por el poder ejecutivo la ley que reglamenta la JEP y que dejó intacta el poder legislativo, como así lo ha sentenciado el poder judicial. Que en la Casa de Nariño no se sienten encima de ella hasta que les dé la gana, como parece está sucediendo con la ley que aprobó convertir a las Regiones de Colombia en entidades territoriales -RET- y que el senado remitió hace ya rato para la respectiva sanción. ¿O será que le están buscando también las “objeciones”… a la que es tan adicto este gobierno? Esos viciecitos se curan muy fácil: una denuncia penal por abuso de autoridad y hasta por uno de los tantos prevaricatos, podría ser un buen purgante.

El actual secretario del senado quien -en su calidad de notario de lo expresado en esa corporación- o no sabía de las sentencias de la Corte sobre mayorías o las ignoró a conciencia… que ni sueñe con su reelección en la próxima legislatura que comienza el 20 de julio. A él también le cabe una denuncia penal por prevaricador.

Coletilla: Álvaro Gómez fue militante de la derecha, pero honesto y capaz. Por eso era tan respetado al momento de su asesinato y con él se podía discutir su tesis de “acuerdo en lo fundamental”. Empiñonando coincidencias… se puede avanzar. Eso lo sabían los asesinos que, todo lo indica, fueron sus hirsutos militantes militares.

Gustavo García Vélez | CiudadRegion

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Gustavo García Vélez

Cartagüeño raizal, bachiller del colegio Liceo Cartago, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre, ex concejal liberal de Cartago, comentarista público desde hace más de 30 años en medios impresos y radiales.

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